
Esta “Pequeña maravilla” de Alberto Palomera recrea el universo Duchampiano para mostrar la banalidad, mediocridad y sobre todo el vacío del hombre contemporáneo. La obra está compuesta de un rollo de papel higiénico y un asa de porcelana engarzada al frágil papel. El resultado, es una taza o pocillo sin fondo. Se podrían extraer muchas lecturas de esta sencilla obra (pero compleja idea) todos debemos saber, que menos es más y que una buena obra de arte es “el resultado sencillo de una idea compleja”. Podemos hablar de fragilidad de la sociedad actual, de porquería y suciedad, de decadencia, de soledad, de vacío…serían interminables los conceptos que nos sugiere la mera contemplación; el vértigo que nos produce, solo el pensar que al derramar líquido en su interior, no quedará una gota y si insistimos en beber, la autodestrucción está asegurada, el papel higiénico (he dicho bien, “higiénico”) limpiará todo rastro. Podríamos seguir, parece mentira que algo tan simple pueda dar pie a una tesis. Habrá que desarrollarla.
Para ilustrar esta “Pequeña maravilla”, hablemos un poco de “la fuente”:
El siglo XX asistió a una verdadera revolución del objeto artístico y, por tanto, de la obra artística y de su estatuto de objeto casi de culto. Los objetos cotidianos pasaron a tener un carácter artístico, al ser transformados por la demiurgia de Marcel Duchamp y sus ready-made en una ironía demoledora. Duchamp, adquirió este urinario masculino en un establecimiento de la Quinta Avenida de Nueva York, es del tipo Bedfordshire Plano, de porcelana, fabricado por J.L.Mo
